Me
miras con esa cara de niña ingenua, como creyendo que te estoy salvando de
algo. Y la única capaz de salvar a alguien con sólo mirarle eres tú. Pero no lo
sabes, no te das cuenta lo que puedes llegar a hacer conmigo.
Que
me pierdo cada vez que te sientas en la alfombra y comienzas a soñar despierta,
imaginando todos los lugares que nos quedan por ver. Me explicas que hay
ciudades que se han hecho para ser visitadas, que ese es su sentido. Y yo
pienso que el sentido lo pones tú, pero tampoco te das cuenta.
Me
dan igual los viajes, los aviones y la ilusión de planear. El viaje eres tú, lo
empecé aquella tarde de Noviembre y desde entonces no quiero volver a casa.
Creo que no hay viaje más bonito que este, lo tiene todo. Pero es que eso
tampoco lo sabes.
Me
he dado que hace tiempo que sólo me ves a mí, y yo solo te veo a ti. Y tampoco
te has dado cuenta. No te lo voy a contar, solo me voy a encargar de que nunca
llegues a cansarte de las vistas.
Y
te prometo que vamos a viajar a todas esas ciudades, pero que mi destino
favorito siempre serás tú.